¿CÓMO AFRONTAR TU PRIMER MARATÓN?

Si eres uno de los locos enamorados del running que empezaste a correr sólo por estar en forma y sentirte mejor, pero que poco a poco fuiste aumentando tus objetivos, más pronto o más tarde es posible que te plantees correr una maratón.

¿Qué tiene esa carrera que tanto nos atrae a todos? Todos hemos visto en alguna ocasión en al televisión el desarrollo de una maratón, y seguro que nos parecía imposible poder correr una. Al fin y al cabo, los que las corren son seres sobrenaturales, dotados de unas condiciones físicas privilegiadas y sólo ellos son capaces de hacerlo, no?

Pues no. Cuando empezamos a correr, descubrimos que gente normal y corriente, con unas condiciones físicas como las tuyas, han sido capaces de correr y terminar una maratón.

Y es entonces cuando empiezas a plantearte que, quizás en algún momento, tú también lo hagas.

Y LLEGA EL MOMENTO DE CORRER UNA MARATÓN

Y poco a poco, disputando cada vez carreras más largas, llega un día que te encuentras metido de lleno en un plan de entrenamiento para maratón al que no sabes ni cómo has llegado.

No importa. Solo disfruta tanto el entrenamiento como la carrera.

Pero vayamos a la línea de salida de la carrera. Lo más importante, aunque pueda sonar a tópico, es que disfrutes de la carrera. Aunque es un consejo que nadie aplica, incluso sería aconsejable que ese día te dejaras el reloj en casa. De hecho, uno de los principales problemas que suele experimentar un corredor novato es obsesionarse con los tiempos de paso que se programó antes de la carrera.

Ajusta tu pulsómetro GPS y prepárate para ir quemando kilómetros y cumplir tiempos, pero sin agobios.

Es posible que no puedas cumplirlos y necesites ir algo más despacio, pero no importa. Nunca dejes de disfrutar la carrera, porque correr una maratón por primera vez es algo único y no puedes permitirte que se te pase sin que te des cuenta.

Respecto a la estrategia de carrera, lo más aconsejable es dejar los primeros kilómetros para ir tomando contacto con la carrera y encontrar tu ritmo cómodo, aquel que te permita ir quemando kilómetros casi sin darte cuenta y donde el esfuerzo no te pase factura.

Sólo en la parte final, a partir del kilómetro 35, debes evaluar tus sensaciones y decidir si puedes aumentar el ritmo para mejorar tu marca o simplemente mantenerlo para regular fuerzas.

Y si debes bajar el ritmo porque el cansancio empieza a pasar factura, tampoco te preocupes. Seguro que al final de la carrera, tu mayor recompensa será haber terminado la carrera y haberla podido disfrutar en cada kilómetro.